Un Descubrimiento que te seduce al primer instante; el Valle de Chistau
Que mejor manera de contaros cómo es este precioso Valle del Pirineo Aragonés, que a través de la experiencia de uno de nuestros visitantes, que se hospedó en el Hotel Casa Anita, se fue cómo un amigo y quedó prendado de esta tierra.
«Quien diga que como en casa no hay nada es que no ha estado nunca en el Valle de Chistau, un rinconcito del Pirineo Aragonés donde el tiempo se paraliza y los sentidos se extasían así que has conseguido atravesar las rocas del desfiladero del Cinqueta y accedes, por una carretera estrecha que bordea las aguas de un río todavía joven, a un paisaje luminoso, plácido y abrupto al mismo tiempo, como una mano extendida de prados y bosques, rodeada de altas cumbres, imponentes y amables.
En Chistau, el aire fresco y risueño transporta sonidos y olores. Los sonidos del agua rugiente del río y los arroyos, el sutil hilo de voz de las fuentes, el cencerreo del ganado, los trinos melódicos y vibrantes de las carrucas y los pinzones, el frufrú del viento entre las copas de los pinos, los chopos, los abedules, los fresnos y el espino albar, que en Chistabín se llaman freixels y lirones. Y el sonido del silencio, por la noche. Entre los olores, el perfume de la hierba y la paja, de la flor del tilo (tellera, en Chistabín), de las mil flores de los caminos y sus márgenes, de las macetas de los alfeízars de las casas, el olor mineral de las pizarras y los granitos.
Y qué placer también para la vista y el tacto. Mientras los pies se hincan en la hierba esponjosa o en las nítidas aguas, la mirada se ensancha por la extensa llanura ondulante de prados y pueblos, acuclillados al sol, al amparo del viento del norte, proviníente de lo más alto del Valle, donde señorea el Posets con sus clapas de nieve todo el año.
wp_posts
Por doquier, esparcidas en el verde tierno, las bordas de pastos y las ermitas, sencillas y acogedoras, como las gentes de esta pequeña patria con una demografía tan pequeñita como la del Sáhara, por decirlo con las mismas palabras de Eva que vive en el vecino pueblo de Plan y trabaja en el Hotel Restaurante Casa Anita de San Juan de Plan, en cuya cocina encontramos resumido todo este mundo de sensaciones olfativas, visuales y gustativas. En la pródiga austeridad de los platos de Jesús, magnífico cocinero y persona entrañable, está presente toda la variedad de tesoros culinarios del Valle, desde las truchas a las borrajas con jamón, desde el queso cuajado de Saravillo con mermelada de tomate verde al helado de te de roca. El Valle de Chistau es de aquellos lugares de los que, en el mismo instante de partir, uno ya puede dar por seguro que volverá».
wp_posts
Artículo de Jordi Estrada Carbonell.